miércoles, 27 de noviembre de 2013

No nos representan

Confieso que cuando empecé la carrera de Periodismo la política me parecía un auténtico aburrimiento: Congresos, discursos eternos en los que no se sacaba nada en claro y a los que terminaba por no prestar atención aunque lo intentara... ¿Y ahora? Pues en este momento me parece objeto de estudio sociológico: ¿Cómo nos corrompe el poder? Así podría titularse...


No hay que irse muy atrás para buscar ejemplos: Carlos Fabra, el hombre al que hay que pasarle nuestro décimo de lotería de Navidad para que a nosotros también nos toque porque la suerte SIEMPRE le acompaña (debería haber salido él este año y no Raphael o Bustamante), no quiere dimitir a pesar de estar condenado a 4 años de prisión. La imagen que todos queremos que represente nuestra Comunidad Autónoma, vamos. ¡Qué no se marcha! ¿Por qué dejar su puesto como cargo público si es corrupto sólo dentro de su casa?

Como este, podemos poner a otros en la palestra (aunque no sean condenados): Cospedal, la eterna cuestionada por los papeles de Bárcenas que, aunque el juez diga que huele a chamusquina, antes muerta que dejar su puesto. Cándido Méndez, que dice que ha pensado en su interior lo de dimitir. Gente sobre la que se cuestiona su transparencia, una palabra que a todos les encanta, pero que pocos hagan honor de ella. Podría estar poniendo nombres y cargos, pero esto se convertiría en el post de nunca acabar... 

¿Qué pasa con la política de este país? Lo voy a decir claramente: se ha convertido en un auténtico cachondeo. Hablamos de personas que, se supone, nos representan, pero no tienen absolutamente nada que ver con el resto de los ciudadanos. Se permiten el lujo de no dimitir, no vaya a ser que la gente les señale con el dedo. Cargos que hablan de nuestra economía utilizando palabras y términos con los que se les llena la boca, pero que sólo son verdades a medias: brotes verdes, vemos la luz al final del túnel, estamos saliendo de la crisis... Vayamos por partes y no cantéis victoria tan rápido, ¿de qué estáis hablando? Es cierto que los datos macroeconómicos son mejores, pero hay una cifra de paro que nos pone los pelos de punta. A la gente no le interesa la prima de riesgo aunque sea importante, es así, le interesa lo que pasa en su casa. Os enorgullecéis de las cifras de paro cuando descienden, pero no habláis de la cantidad de personas (vuestros queridos votantes por los que tanto os preocupáis) que se han marchado buscando un empleo que aquí es misión imposible encontrar. ¿Menos paro? Daros un paseo cualquier mañana por las oficinas del INEM, lo mismo veis la realidad. Por no hablar de que utilizáis los datos como os parece, contando desde el mes que mejor os viene...

Lo siento, pero no me representáis. Ninguno. No me representa una persona que, para llegar a su sueldo mensual, cualquier hijo de vecino que se tomó la molestia de dejar su papelito en las urnas tendría que trabajar durante todo un año. No me representa alguien que pide respeto a sus decisiones por estar en el Gobierno y ser el elegido, pero cuando se le pregunta, no es capaz de dar la cara y huye por los pasillos del Congreso o habla al otro lado de una pantalla para que no toquen temas espinosos. No me representa una persona a la que le molesta que la gente (no olvidéis que son los que os pagan vuestros cuantiosos sueldos) se manifieste. No me representa alguien que pide esfuerzos, mientras ellos sólo tienen facilidades. No me representa alguien que no sabe lo que es vivir con miedo a ser despedido, sin cobrar un sueldo vitalicio.

Esto es lo que tiene tener tiempo libre, que cada vez que enciendo la televisión o leo un periódico, aparece algo nuevo que me chirría en la cabeza. El paro les ha hecho más daño a ellos que a nosotros: no estamos ocupados y nos fijamos más en cada uno de sus movimientos. Es lo que tiene, tendrán que andarse con cuidado.

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