jueves, 9 de octubre de 2014

A ver "québola" nos meten...

Además de creadora de este blog, soy ciudadana de Alcorcón. Sí, entre todas las ciudades de España, nuestro querido municipio ha sido el protagonista, sin comerlo ni beberlo, de las informaciones nacionales e internacionales.

Teresa, una vecina más, se prestó al cuidado del infectado de ébola que trasladaron tras (no sé si mucho) pensarlo. Una repatriación que ha traído más cola, incluso, que las famosas tarjetas negras de Bankia (y mira que esto también tiene miga...). No sé de qué se sorprenden muchos, el ébola no es una simple gripe, es una enfermedad que está ahí desde los años 70 y que ha arrasado con el 90% de los infectados. ¿Y qué ocurre ahora? Pues que la pobre auxiliar se encuentra aislada en un hospital, al igual que su marido (aunque él no ha dado positivo), pero como hay que buscar culpables, pues se le echa todo el marrón encima a esta trabajadora.

¿Por qué vamos a buscar culpables en la Sanidad? ¿Para qué vamos a criticar la actitud de la ministra Mato que, incluso, volvió de vacaciones a la playa en medio de una crisis de tal magnitud? Es más, ¿cómo vamos a hablar del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, cuando acusa a la infectada de haber mentido con los ya famosos 38,6º?

No es cuestión de si se ha tocado la cara con un guante, lo cual es dudoso cuando hablamos de una mujer que día a día trabaja con enfermos y que, probablemente, esté más que acostumbrada a usarlos. Teresa está confusa, está en una situación, seguramente, de pánico, malestar, horror, miedo y de no saber qué va a pasar con ella. 

No sé vosotros, pero yo después de leer la carta de este enfermero de La Paz, dudo mucho que toda la responsabilidad recaiga tan sólo en una persona... Pero siempre es más sencillo lavarse las manos que reconocer un cúmulo de factores que destapen que, seguramente, nadie estaba preparado para una situación de tal calibre.


Ayer en la concentración por Excalibur, frente a la casa de la familia

Y, cómo no, no puedo olvidarme de Excalibur, ese pobre perrito que ha pagado con su vida simplemente por estar ahí. Un ser vivo al que no se le ha dado el beneficio de la duda, que era mucho más fácil quitarse de en medio por las buenas sin, ni tan siquiera, hacerle una prueba para saber si era portador de ese virus. Les han dado igual las protestas, las concentraciones, la palabra de su propio dueño, la opinión de veterinarios para poder investigar una posible cura con sus anticuerpos (si es que estuviera enfermo)... Yo reconozco que he llorado por él y por la tristeza que me da pensar que resulta tan sencillo librarse de un animalillo "ante la duda". Me da por pensar que, porque el resto son personas y estaría mal visto, pero librarse de un ser por si acaso y quemar después su cadáver es lo más rápido y efectivo, no vaya a ser... ¡Ah no! Qué, para muchos, no pasa nada porque sólo es un perro...

Cada vez estoy más convencida de que la gestión de este país, en general, es un cachondeo. Nos roban, nos mienten, nos dejan sin trabajo y ahora no saben gestionar una enfermedad con la que está cundiendo el pánico entre los vecinos: la gente está realmente asustada porque no saben cómo pueden contagiarse. Pero, ¿para qué dar la cara? A ver "québola" nos meten mañana...